domingo, 26 de julio de 2015

Realmente, ¿Vale la pena?

La semana pasada, no escribí en el blog; me encuentro incómodo cuando no cumplo con mi costumbre del escrito semanal, pero lo que sucedió fué un poco lo mismo que me está sucediendo esta semana; ¿qué cuento?, ¿sobre qué escribo?.
Llevo ya algunas semanas que la rutina es siempre la misma; desde que me dí cuenta del peligro que corría la nave donde tengo guardados los trastos, voy desesperado eliminando la hierba que lo rodea; se trata de  un antiguo secadero de tabaco, construido a principios del siglo pasado y las vigas son de madera y el techo de cañizo, por lo que si se quema la hierba que lo rodea, aquello no dura ni cinco minutos. Con esfuerzo se logra todo, eso lo tengo muy claro, y de hecho, hoy el riesgo ya lo he reducido en más del 90% y esta semana espero acabar de aislarlo totalmente de un fuego accidental.
Esto lo tengo que realizar a primerísima hora de la mañana, porque con las temperaturas que se alcanzan, llega un momento que empiezo a ir como a cámara lenta, sin fuerzas y totalmente empapado con el sudor, pero claro, cuanto más tiempo tardo, más riesgo se corre.
Evidentemente, este calor que estamos sufriendo no solo es el riego extremo de incendios que es lo que más me preocupa en este momento, sino que también está influyendo negativamente en las plantas; otros años a estas alturas ya no se donde poner los calabacines, estoy ilusionado viendo como crecen las calabazas e incluso me he comido algún que otro melón o sandía, pero de todo eso, este año nada de nada; los calabacines, los sembré como siempre, y solo salieron dos matitas que además, a causa de que estaban rodeados de hierbas estaban prácticamente desahuciados; sin embargo, a base de limpiar su entorno de la hierba y aumentar su dosis de regadío, creo que he conseguido "resucitarlos", aparte de que he sembrado unos cuantos más y parece que están funcionando, aunque al ser fuera de tiempo, no se si realmente funcionarán:

Calabazas y melones, nada; tan solo una mata parece que funciona, y me temo que es una de estas que solo son calabacitas pequeñas para adorno; bueno, hay un par de ellas también, pero no tienen fuerza.
Algo mejor me ha ido este año con los pepinos, pero con el calor que está haciendo, y a pesar que los estoy regando más de lo habitual, la mata empieza ya a secarse. 
Otra cosa que no me acaba de gustar, y parece también consecuencia del clima, es que el garrofón, que empezó muy bien, llegando pronto a una altura de medio metro, pero de repente, se han parado; llevan ya una temporada muy larga sin crecer, aunque con buen aspecto, no parece que vayan a secarse.
Raro también lo que sucede con las berenjenas: hará un par de semanas, recogí una, hermosa; desde entonces, nada, ni siquiera flores; ahora, hay dos que empiezan ya a coger tamaño, pero es curioso que apenas hay flor.
En cuanto a las almendras, que por lo menos si que están como deberían estar en esta época, pues va a ser que tampoco me dan muchas alegrías porque hay pocas y encima los árboles parece que vayan secándose:
Sin embargo, los pimientos si que están en su línea; nunca he conseguido un tamaño enorme ni una cantidad espectacular, pero eso sí, no fallan:
Como tampoco fallan los tomates: los de la variedad "valencianos", con un gran tamaño y un sabor exquisito

Y el invento de los cherry de distintas clases; de esos me temo que los voy a tener por castigo, es increíble la producción que dan estas plantas:
Y es que soy un poco como los críos que cuando ven que ya ha brotado alguna planta nueva, se ilusionan con una facilidad pasmosa; sembré maíz para hacer palomitas, y en una semana, ya están asomando las plantas:
Cuando me hice esta reflexión, ayer por la mañana, después de haberme cambiado ya dos veces de camiseta y una la gorra, ya que ambas prendas dejaban un reguero de gotas por donde pasaba, y me había sentado ya dispuesto a comerme un bocadillo de pimientos verdes fritos, recogidos la semana pasada y el aceite con el que estaban hechos era del que me dieron a cambio de mis aceitunas, acompañado de un tomate que había seleccionado en plan manioso de un tamaño concreto y un nivel de maduración específico, un pequeño pepino, regado con un vinito de la cooperativa, y finalizado con unas fresas acabadas de recoger, llegué a la conclusión, de que si que me vale la pena seguir adelante.

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