domingo, 14 de septiembre de 2014

Poco para contar

Estamos en una época en la que hay muy poco que contar, pocas imágenes llamativas para fotografiar y sin embargo, mucho trabajo.
De momento, las tomateras ya están comenzando a secarse; de momento ya han dejado de dar esos tomates de calidad que he disfrutado durante toda la temporada, aunque aún van saliendo algunos. Así que en breve, los arrancaré, y los tomates verdes, como todos los fines de campaña, a ponerlos en vinagre. 
Otras plantas que ya están secándose y de hecho, ya he empezado a recolectar son las calabazas. Como este año la climatología ha sido tan rara (fresquito en junio y ahora en septiembre calor asfixiante, y encima sin llover), algunas calabazas se han podrido en la mata, así   que antes que se estropeen del todo, las recogeré.
Llover, ha sido prácticamente nada este año, pero las dos, solo dos, tormentas que han caído este verano, han venido acompañadas de suficiente viento como para destrozar los soportes de caña que tenía tanto el garrofón, como los tomates, por lo que repito lo que decía al principio, mucho trabajo, y poco que contar o fotografiar.
En cualquier caso, y siempre buscando lo positivo, ya es momento de sembrar las habas de otoño, por lo que cogí la azada y empecé a preparar el terreno; primero cavar y airear la tierra:
En la parte inferior se puede apreciar como las matas de garrofón están todas por el suelo; y es que con el calor que está haciendo, que cuando menos te das cuenta estamos a 30 grados, hay que elegir que tareas haces con la fresca y cuales puedes intentar hacer cuando pega el Lorenzo.
Después de arada la tierra, tocaba hacer los surcos:
Esta vez si que me han quedado rectos; poco a poco voy aprendiendo a no pelearme con la línea recta; luego de hechos los surcos, preparar la goma para el riego, y a continuación sembrar las habas; en cada surco, a una distancia aproximada de unos 40 centímetros, dejo caer dos o tres habas. Finalmente, aunque tenía la goma preparada, el primer riego fue con manguera, para conseguir que estuviera toda la tierra húmeda y que hiciera "saó". 
En esta fotografía, se aprecia que ya he levantado las matas del garrofón; lo mío me costó, puesto que son unas matas que llegan casi a los dos metros, y además son enredaderas, con lo cual el lío de ramas y cañas era de los que asustan, pero finalmente lo conseguí.
Y eso es todo, mucho por hacer y poco para contar.

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