domingo, 5 de febrero de 2012

Frío, frío y más fríooooo


Ayer sábado, como todos los sábados, me levanté para ir a pasar la mañana trabajando en el huerto; nada más salir a la calle la sensación de frío fue exagerada. El termómetro del coche marcaba 5º bajo cero. No estoy en absoluto acostumbrado a esos extremos. En el trayecto vi que no era el único preocupado por las bajas temperaturas, ya que pillé un camión que me llenó todo el cristal delantero de sal, que estaban escampando por las carreteras para evitar las terroríficas placas de hielo. Cuando llegué, la temperatura había subido y estabamos ya a 4º bajo cero. Casi con miedo salí y me dispuse a cambiarme la ropa; casi no me atrevía; me abrigué bien, y me dispuse a ver lo que no quería ver, pero que no tenía más remedio. Al principio, parecía que iba a ser menos de lo que me temía, ya que las lechugas, aunque algo ajaditas, parecía bien. Las cebollas y los ajos, daban la sensación de que no les había afectado nada en absoluto; sin embargo, el platanero se había convertido en un manojo de hojas quemadas por el frío. Las habas, estaban mustias, y las vainas que tenían ya, pequeñas, estaban totalmente negras. El limonero, que ya se quemó por el frío el año pasado, y que había rebrotado con gran fuerza, tenía las hojas mustias y los brotes que estaban saliendo totalmente abrasados por el frío.
Resumiendo, un auténtico desastre. Me alegré, a pesar de todo de que por lo menos, los almendros y los ciruelos todavía no habían florecido; los nísperos, que tenían la semana pasada un gran aspecto, parece que no estaban muy mal; las habas, se recuperarán (ya me pasó lo mismo el año pasado). En cuanto al platanero y el limonero, confío en la naturaleza, en el ánsia de vivir de los árboles y espero que rebroten. Así es la naturaleza, imprevisible, pero siempre con necesidad de vivir.

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